Cuando hablamos de precios, a mucha gente se le olvida algo importante:
Este negocio es tuyo.
Tú lo armaste.
Tú decides cuánto cuesta lo que haces.
Y si subes el precio y las ventas bajan…
puedes volver a bajarlo. Nadie te lo prohíbe.
Ese primer recordatorio ya quita mucha presión.
¿Qué pasa cuando subes precios?
Naturalmente, tu demanda puede bajar.
¿Por qué? Porque menos personas tienen la capacidad o están dispuestas a pagar el nuevo precio.
Pero eso no siempre es malo.
Lo que tú quieres es que la nueva rentabilidad compense la baja en volumen.
Venderle a menos gente, pero ganar más.
Y si tu servicio es muy bueno… algunos clientes se van a quedar contigo pase lo que pase.
Sube el precio solo para los clientes nuevos.
Esta es una forma muy sana de probar precios sin dañar tu base de clientes fieles.
¿Y qué no hacer?
No pongas tu precio viendo solo a la competencia.
Eso lleva directo a una guerra de precios que deja los márgenes por el piso.
Tus costos no son iguales. Tu estructura no es igual. Tu entrega no es igual.
Compararse solo para bajar es un disparate.
No es magia. Es psicología del consumidor.
Nos vemos mañana.
—Félix Rosa, The Money Coach